Hoy en día si nos fijamos en nuestro alrededor podemos observar que vivimos rodeados de cadenas de comida rápida que se multiplican a diario. En cada esquina. En cada rincón. A nuestro alcance. Los dulces ultraprocesados brillan en sus paquetes en las estanterías de los supermercados esperando a ser cogidos. Vivimos rodeados de inflamación. Y a día de hoy ser una persona que mire por su salud es muy complicado.
Si hiciéramos la prueba de preguntar si la gente mira por su salud, habría gente que te diría que sin duda sí. Si analizáramos tras esa respuesta su alimentación, la respuesta sería finalmente no.
No nos damos cuenta de que muchas veces no comemos bien y pensamos que sí. "Me como una onza de chocolate con leche al día, eso es nada". "Me como un burger King todos los sábados, es una vez a la semana". "Es una magdalena solo en los almuerzos". No te das cuenta pero si te fijas ya es una rutina. Deja de ser un momento esporádico u ocasional en el que consumes ese alimento.
Nos levantamos con pesadez por las mañanas, sin energía y sin ganas de afrontar el día. ¿Acaso te has parado a pensar que estás comiendo estos días para sentirte así? Porque algo que puede ser insignificante para ti por ser poco, un día tras otro, tras otro, tras otro... acaba afectando.
La tentación siempre es grande, nos venden suficiente comida para llenarnos. Palatable, apetecible y que nos llena de placer momentáneo, por un precio bastante reducido y rentable. Rentable para el bolsillo pero no para la salud.
La verdad es que las tasas de obesidad, enfermedades cardiovasculares y problemas de salud están muy presentes. La línea es exponencial y al ritmo al que vamos viajando en nuestros días no tiene pinta de que vaya a descender. O no por el momento. Es una gran preocupación para los profesionales de la salud.
La industria alimentaria sigue creciendo a su paso. La innovación alimentaria, la curiosidad y la novedad despierta el interés entre la población y les incentiva a acabar probando. El problema es que no es un simple producto vendido, sino un producto que genera vicio, necesidad de consumirlo diariamente y alto en ingredientes poco nutritivos.
Vivimos en una confrontación diaria donde la población consume sin preguntarse si quiera si es importante su salud y si se puede ver perjudicada. El placer inmediato generado por esos productos nubla el juicio y el pensamiento racional.
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